sábado, 7 de mayo de 2011

Karol

Fiel a mi infidelidad, aparezco aquí de nuevo mucho tiempo después desde mi último artículo. Mucho ha pasado, muchas cosas han cambiado en mi vida, muchos estados de ánimo distintos, y regreso a mi agitador para compartir de nuevo en este ciberespacio.

La razón fundamental es la vuelta al recuerdo estos días de uno de mis personajes favoritos, alguien al que siempre admiré en vida, y que al que ahora vuelvo muchas veces, sobre todo cuando me pierdo. ¿Cómo lo haría él?, pienso. Se trata de Juan Pablo II, realmente Karol Woitjla.

Estos días hemos visto un sin fin de idas y venidas con el tema de su beatificación, que si sí, que si no se lo merece, que si trajo una etapa oscura a la sociedad, que si es un Santo, en fin mucho de que hablar acerca de él. El fin de semana pasado me quedé a revisitar a la persona y al personaje de nuevo en la TV. Como siempre me volvió a fascinar su trayectoria, su coherencia de vida, su profundidad de espíritu, su carisma, su capacidad de comunicación, su intensidad, su valor, su generosidad.

Al margen de que fue el tercer Papa con mas pontificado, de que fue el que mas encíclicas escribió, el primero que escribió memorias personales, y por supuesto el que mas viajó, al margen de eso, seguramente es el que mas mensajes trasmitió, al que la gente mas sintió, y el que causó mas esperanza en los necesitados de respuestas vitales.

Siempre me acerqué a su figura desde niño como si fuese un padre, un referente de alguien que siempre debía tener razón, y al que había que hacerle caso. Creo que fue un revolucionario, un real transformador del papel que debía jugar la Iglesia en el mundo, y el acicate espiritual, me atrevería a decir, de todas las sociedades de la época.

Algún día la historia le pondrá en el sitio que le corresponde. Para mí es uno de los personajes mas importantes del siglo XX. Autor directo de la caída del comunismo, y el Muro de Berlín. Algún día se hará justicia sincera con él. Ahora los beatos le veneran, le señalan como autor de milagros, y piden su Santidad. A lo mejor, pero esto, no es lo mas mas importante. Su grandeza, en mi opinión, es tan grande, que no le hacen falta esos milagros para ser Santo. Otros Le rechazan y le hacen culpable de muchos males. De algunos estoy seguro, se le pide mas a él que a cualquier otro ser humano. El enviado de Dios debe ser superman piensan, y sino es un cabrón. Necios todos.

Ver los reportajes, sus discursos, su vitalidad, su cabeza álgida incluso en los momentos de mas enfermedad, no solo son admirables, sino que son ejemplo para cualquiera de nosotros. Alguien tan lleno de bondad, de tanto corazón, de tanta Fé, es para mi un símbolo al que volver cuando la confusión espiritual aparece.

Billy Wilder contaba que cuando se atascaba en un guión miraba a su maestro Ernst Lubitsch, "cómo lo haría él si estuviese en este atasco". El toque Lubitsch lo llamó. Y siempre salía del atolladero. Juan Pablo II es para mi ese Lubitsch al que volver. Creo que necesito un toque Karol, y creo que eso me ayudará.




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