domingo, 10 de mayo de 2009

Sonrisitas simpáticas

Que me pasan cosas es indudable, todos ya me conoceis. Por alguna u otra cosa estoy metido en fregados. Eso también sabeis que me gusta y que me harta, pero con orden y concierto creo que me resulta sano, y que me da la vida que la vida me da.

Este fin de semana me han pasado cosas y otras han dejado de pasar. Supongo que es como siempre, pero uno no lo siente así. Este fin de semana me ha resultado distinto. Una amiga, buena amiga, me ha dado una noticia de las alegres, de las que emocionan, y de las que te ponen sorisita simpática en el rostro. Muchos lo sabreis, pero a los que no, supongo que os enterarareis. Cuando algo bonito y bueno sucede, a mi se me pone una sonrisita simpática en el rostro, y eso hace merecer tener amigos, y buenos, y da gusto que sus cosas las compartan con uno, y mas cuando lo hacen especial y lo sienten así. En fín este fin de semana lo recordaré por eso.

Cada vez me acerco mas a la infancia de mi padre, y busco las sensaciones suyas que pudo tener de chico en ese Sahara de postguerra, donde la vida, cuentan todos, fue feliz para esos niños que vivieron allí sin casi nada, y sin embargo llenos de casi todo. Escribo el documental sobre las personas que vivieron en la colonia española desde el año 39 hasta que dejamos esa tierra en el 75, tan mal y con tan poco orgullo de haber estado allí, y haber salido así, por la puerta de atrás, habiendo traicionado a sus habitantes reales, los saharauis.

Pero este Sábado compartí una mañana con Érika, mi compañera en esta aventura, que cada vez nos embauca mas, con una familia de siete mujeres hermanas, que vivieron en Villa Cisneros (Actual Dajla en el Sahara Occidental), y nos contaron sus recuerdos de niñas alegres y desenfadadas, nos enseñaron sus fotos, tan graciosas, y nos explicaron que con tan poco se es realmente feliz. Toda una experiencia, la decisión de marcharse allí de un padre de familia que en aquel entonces tenía cuatro niñas ya, y que en el Madrid de la postguerra, incluso siendo militar, se pasaba hambre, y allí te pagaban mas del doble y no te gastabas nada. Y allí se fueron, al quinto pinto, sin agua corriente, sin luz en los hogares, sin nada practicamente, y según me cuentan, su padre hizo los mejores amigos que le acompañaron después en la vida, y los recuerdos guardados fueron los mas especiales.

Estaban las siete hermanas, llegué tarde como siempre (justificado lo prometo), les regale unos bombones, y quedaron contentas viendose en cámara y enseñándome todo lo que podían enseñarme de su vida allí. Emoción tuve cuando en una de las fotos, aparecío mi propio abuelo, bueno abuelastro, el abuelo Coronel como se le conoce en casa, en actos donde el padre de estas siete entrañables mujeres daba la mano a mi abuelo. Joder pensé: estuvimos allí, y nadie nos lo ha enseñado en el colegio, nadie nos ha dicho nada, y nunca hemos tenido interés en contarlo. Llevo dos días investigando por este internet que vale para eso, y cada vez estoy mas entusiasmado con la idea de irme allí a conocerlo, a ver el rostro de mi padre recordando donde estuvo, lo que hacía y que le provoca verlo ahora. A lo mejor se me pone sonrisita simpática, bueno, la verdad es que estoy seguro de ello, conociendo a mi padre. Un abrazo a los fieles, y a los infieles...... eso.