domingo, 8 de febrero de 2009

Jóvenes puretas

Uno entra en una edad donde mira mucho atrás. Si además es alguien con tendencia a la nostalgia, se produce un proceso de confusión entre realidad y fantasía, de mezclas diversas que le impiden poner la mirada en el horizonte. Atrás han quedado en mi vida muchas cosas, el presente arrastra muchas otras positivas y negativas, pero si os digo la verdad la sensación es de tedio apagado. Uno de joven piensa que cuando llega a estas edades, logra objetivos propuestos, o por lo menos que las ilusiones que le hicieron hervir la sangre, ahora no sean una losa fracasada, que pesa mas que los primeros achaques físicos.

Recuerdo ahora cuando tenía veinticinco años, y fui con mis amigos Gerardo y César, y otro señor, a ver "Mensaka". Sé que ha sido un recuerdo divertido en todo este tiempo entre los que fuimos, y la verdad que ese día fue de los primeros donde hice balance de mi vida, el primero, una vez cumplida la mili, y mi primer viaje a la vieja Irlanda. Allí me quedé nostálgico, pero me encontré con ganas de vida y de mirar la mía como un viaje hacia delante, cargado de posibilidades, llena de sinergias, de sonrisas y de vitalidad, siendo reiterativos. A partir de ahí, encontré cosas bonitas, donde depositar mi fe en la voluntad de las personas, donde me sentí importante y donde las cosas podrían estar al alcance de mi mano.

Cuando uno llega hasta aquí, mira a los cuarenta como bajando un puerto, cada vez con marchas mas cortas, y pisando el freno, esperando el llano, para seguir rodando para que sea todo mas cómodo. Pero en el llano uno ya va despacio, solo tratando no tener problemas y llegar al destino lo mas pronto posible. Es la edad de la responsabilidad, de hacer las cosas porque debes hacerlas, las disfrutes o no, y de empezar a conservar aquello que se tiene. El problema es cuando uno no tiene cosas que conservar, y sin embargo se llega a esa edad de la responsabilidad, de hacer las cosas mas despacio, de hacer las cosas de forma mas pensada con la cabeza, donde es mejor sonreir que reir, y donde los valores se van transformando para cuadrarlos con nuestra edad, y con esa forma de vida que ya decidimos vivir. ¿Qué hacer si eres un verso suelto?. Espero encontrar la respuesta acertada sin la confusión que provoca la nostalgia y el mirar atrás buscando referencias o quizás raices, que ahora no se encuentran. Qué la fuerza me acompañe.